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Mostrando entradas de abril, 2018

Joven ¿se siente usted bien?

Octavio llegó a la estación Allende. Estaba nervioso y sudaba. Acababa de fumar un par de cigarros de mariguana, Los guardias de seguridad daban indicaciones para que la gente hiciera una sola fila para abordar. El anden estaba lleno, eran las cinco de la tarde y hacia calor. Octavio obedeció e hizo todo lo que le indicaban los guardias hasta el momento de abordar el tren. Cuando subió al tren, paso al fondo del pasillo y se sostuvo del pasamanos. Entonces la miró, era una mujer de treinta y tantos vestida de un fino traje sastre, traía lentes e iba conversando con un tipo con pinta de oficinista. El tren llegó a la estación Hidalgo y ahí subió un guitarrista a cantar y pedir dinero. El guitarrista se acomodó la guitarra y cantó algo. El tren avanzaba y el vagón se llenaba con la música. El guitarrista tocó algo de James Blunt. Octavio por su parte contemplaba a la chica, Patricia, porque seguramente que así se llamaba, tenia un rostro delgado y una nariz pequeña que sostenian unos

El niño de la ciudad del cielo

Juanito era un niño de nueve años de edad, nació y creció en la Ciudad del Cielo, ciego el, cuidaba del negocio de su madre, un pequeño puesto de madera que en la banqueta de la calle vendía gelatinas, a diez pesos las de agua, a quince las de leche. Juanito tenia nueve años y un don, podía ver el futuro, adivinaba lo que pasaría, algunos decían que el niño estaba tonto o loco y la mayoria no le daba importancia. Era Manuel un habitante más del mismo barrio, Ciudad del Cielo, y vecino de Juanito, vivía en medio de obreros, pobreza y la marginación. Era también, desde hacia dos años adicto al crack, de profesión ratero, amigo de dealers, proxenetas, prostitutas, todos ellos adictos. Aquel día no fue un día común, para empezar, ese día Manuel moriría, o al menos eso vio Juanito, se lo dijo en cuanto vio a Manuel, o mejor dicho, en cuanto lo olio, o lo presintió, se lo dijo y Manuel hizo como si no lo escuchara, como si al no escucharlo no sucedería. Fumaron juntos un tanque, po

Señorita O´Farril

Eran las dieciocho horas de un viernes veintitrés de abril, cuando a la cuarta comandancia del Esterito se presento la hoy occisa Clarita O’Farril hija del millonario empresario Jorge O’Farril. Se presento la señorita O’Farril, afectada de sus nervios, para levantar una denuncia contra quien resulte responsable por el delito de amenazas, presentando para ello mensajes en hojas de papel bond y con recortes de periódico en estas, donde se refieren a la susodicha señorita O’Farril como la loca de los gatos y efectivamente se le amenaza de muerte de no dejar la ciudad a la más absoluta inmediatez.   Al día siguiente me dirigí al domicilio de la señorita O’Farril en calle Albatros 315 donde al estacionarme en el domicilio un vecino de la señorita O’Farril me abordo y en voz alta y gritándome me ordeno que no me estacionara en su espacio, menos aun si iba yo con la que el llamo, la loca de los gatos. Ya en el domicilio de la señorita O’Farril pude constatar que ella vivía con su sirvien

Feliz cumpleaños

Carlos se despidió de su esposa, tomo su portafolio y salió de su casa, camino a la estación, ya había una fila de pasajeros esperando el camión, y cuando este llego, todos abordaron. Hoy era el día de su cumpleaños, este cumpleaños no seria igual que el de los años pasados, para empezar Carlos había perdido su empleo una semana antes. Aun no le había contado a su esposa, mientras tanto, y para cubrir apariencias, salía a diario a la misma hora, y poco antes de llegar a su antiguo empleo bajaba al llegar al parque, descendía del autobús y se quedaba sentado en una banca a ver como la ciudad despertaba. Llevaba ya un rato sentado, quizá una hora, cuando se le acercó un tipo, le pidió primero veinte pesos, no había desayunado, igual que Carlos, y mientras Carlos se buscaba alguna moneda en sus bolsillos, el tipo, paso de tipo a malandrín y tomo su portafolios y salió corriendo. Desconcertado Carlos busco ayuda, vio a un policía al otro lado del parque, fue donde el y le conto lo