Eran tiempos de elecciones en la ciudad, y la gente cansada de los políticos corruptos decidió apoyar a un Candidato honesto, es más, alguien que brillará por su honestidad. Las encuestas decían que el Candidato era un ochenta porciento honesto, y su brillo iluminaba los sitios que visitaba, a su paso, niños, señoras y viejos salían para ver su luz, allá va, el será el nuevo presidente municipal, el es honesto. Pero para el Candidato ser el ochenta por ciento honesto no era suficiente, que sucedería si fuera mas honesto, que tal el noventa, o el cien, se imaginan, seria inminente su victoria. Así que concentro sus fuerzas, se encerró en una habitación y se transformó de un ochenta por ciento honesto en un noventa, siguió, siguió y llego al noventa y cinco, seis, siete, ocho, noventa y nueve, cien. Cien por ciento honesto, su brillo iluminó la habitación, cuando sus seguidores quisieron verlo no pudieron, la luz era enceguecedora, el mismo no era él, era pura honestidad al cien por